Lo que hacemos los hijos por los padres

» Era una ciudad de plástico de esas que no quiero ver.
De edificios cancerosos y un corazón de oro ver.
Donde en ves de un sol amanece un dólar.
Donde nadie rie donde nadie llora.
Con gente de rostros de polister.
Que escuchan sin oír y miran sin ver «

Plástico – Ruben Blades

“Me acuerdo cuando salió el plástico, todos estaban maravillados por la novedad, por las ayudas que nos daban, todo era más fácil”, fueron las palabras de mi papi cuando terminó el documental “El Océano de Plástico”. “Ves Willy, debemos hacerlo por Sebastian, él es chico y lo debemos hacer por su futuro”, fueron las palabras de mi mamma.

Era un día jueves, ese día, ellos almuerzan en mi casa, y aproveché el almuerzo para ver este documental de Netflix con ellos. Ver el video juntos era parte de mi estrategia de concientización y educación para ellos sobre los cambios que debemos hacer como familia.

Mi papi tiene 75 años y mi mamma 69 años. El plástico vio luz a inicio en 1,933. En Perú, durante las dos siguiente décadas tuvo un penetración moderada, y recién desde los 1,960’s inicio su etapa de crecimiento. Entonces, mis papis conocieron al plástico en su niñez y se criaron en su etapa “woooaa”. Lo adquirieron como parte de su vida y nos los trasladaron a mi hermana y a mi como parte del ADN familiar. No había, en ese tiempo, motivo para decirle NO. Yo me acuerdo mucho cuando salieron las botellas descartables, fui feliz, soy muy mano de trapo; y la idea de no cargar una botella de vidrio para comprar gaseosas era genial. La botella de plástico eliminaba la alta probabilidad de que mi Inca Kola de toda la vida termine en el piso y luego pasar por el sermón correspondiente.

Cuando inicié mi ruta sostenible, mi aliada inmediata sin poner peros y dispuesta a reaprender y hacer las cosas fue mi mami. A veces ejecuta y luego pregunta, otras preguntas y ejecuta luego, y siempre indaga e indaga para estar segura de las cosas; pero nunca dice no. Esta es una de actitudes que adoro de ella, siempre colaborativa, siempre dada a su familia; y súper ordenada y disciplinada en todo. Con ella, eliminé mi bolsón donde se colocaba “todo para reciclar” e inicié mi segregación de residuos (debo admitir que a veces crea más zonas en casa y hago hígado por ello); y ahora ya no me trae sus residuos plásticos para mi ecoladrillo sino que viene y se lleva los míos para el suyo. Ella es muy ahorrativa, entonces reparar, recuperar, reducir, rechazar y reutilizar es fácil de manejar, y no hay día que pasa en que lo sostenible pase de nuestras mentes a la acción.

A mi papi, sí que le costó salir de su zona de confort aprendida. Nos costó un par de bilis (a mi mamma y a mí) pero de a pocos vemos resultados. Lo que para nosotras era fácil para él era difícil. Si bien el estilo de vida de mis papis es sano y sin complicaciones, el punto débil de don Guillermo Alejandro era el uso de las bolsas de plástico. Iba por naranjas y las separaba por días en bolsas y luego las colocaba en una bolsa grande para transportarlas. Si se compraba dos veces pan al día, se tenía 2 bolsas de plástico más al día en casa; y varios casos similares por compras al menudeo. Mi mamma se hizo de un inventario de bolsas de tela reutilizable para las compras (de diferentes tamaños y colores); y cada día era una pequeña catarsis de su parte al ver su cajón lleno de bolsas de plástico. Excusas muchas, alternativas pocas. Pero quién persevera lo logra, estamos viendo cambios muy buenos en él. Mi corazón se hinchó de emoción cuando este sábado pasado en un conversatorio que di sobre vida zero waste, él reconoció que desde niño se acostumbró al plástico y ahora le cuesta hacer el cambio pero que cada día lo intenta por los suyos. Ayer domingo lo vi comprando frutas en su bolsa de tela (bien guapo se le veía), y ahora por propia iniciativa, reutiliza una bolsa de plástico para comprar el aserrín para mi compost. Que orgullo caray!

Normalmente se dice que los padres enseñan a los hijos y creo que es lo básico en la educación de principios y valores. Pero es muy válida hoy en día la educación intergeneracional de abajo hacia arriba, es decir de los más jóvenes hacia los más viejos. Yo lo estoy viviendo con mis papis y a la vez con mi hijo. Existen estudios donde padres conservadores han mostrado mayor interés y acción a las necesidades para combatir el calentamiento global, ante las enseñanzas de sus hijos que otras fuentes o personas. Los niños captan de inmediato y con frases bien sustentadas educan a sus progenitores y amigos; y adaptan un modo de vida sostenible.

Sebis jugando con sus mamiñia y su papish.

No pensemos que los niños no saben y que ni deben opinar simplemente porque son niños, ellos son los responsables del futuro. Yo me convenzo más cada día que serán ellos los que lideren el cambio de hábitos de un extremo consumista hacia un equilibrio sostenible. Miremos el caso de Greta Thunberg, una capa, un líder innato que nos llevará muy lejos a todos.

Asimismo, no descartemos las opiniones y comentarios de los niños, aprendamos y reaprendamos. Ellos no tienen nada de malicia ni interés en sus actos. En una conversa con mi esposo, el me comentó: “el ser humano es esencia pura cuando es niño. Un niño es fuente de bondad, inocencia y ternura. Y mientras va creciendo va perdiendo su esencia…hasta degradarse». En términos simples, uno crece y se convierte en plástico. Entonces lo que debemos hacer es cambiar, no les cortemos la posibilidad a los niños de vivir un futuro mejor. Este mundo sería más sano, más bueno, más humano si todos fuéramos por un minuto niños cada día.

Plástico – Ruben Blades (Siembra 1978) Volviendo a mis papis, la canción que acompaña esta lectura forma parte de las canciones de sus fiestas, era un disco fijo que se colocaba en la radiola y su letra me hizo reflexionar en varios etapas de mi vida.

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